literatura para reir, llorar o echarse un polvo

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Literatura para reír, llorar y de vez en cuando, echarse un polvo.

domingo, 30 de agosto de 2015

 
Tristezas de la luna
 
Esta noche la luna sueña con más pereza,
Cual si fuera una bella hundida entre cojines
Que acaricia con mano discreta y ligerísima,
Antes de adormecerse, el contorno del seno.

Sobre el dorso de seda de deslizantes nubes,
Moribunda, se entrega a prolongados éxtasis,
Y pasea su mirada sobre visiones blancas,
Que ascienden al azul igual que floraciones.

Cuando sobre este globo, con languidez ociosa,
Ella deja rodar una furtiva lágrima,
Un piadoso poeta, enemigo del sueño,

De su mano en el hueco, coge la fría gota
como un fragmento de ópalo de irisados reflejos.
Y la guarda en su pecho, lejos del sol voraz.
 
                                              Charles Baudelaire

sábado, 29 de agosto de 2015

VALIUM 10

A veces (y no trates
de restarle importancia
diciendo que no ocurre con frecuencia)
se te quiebra la vara con que mides
se te extravía la brújula
y ya no entiendes nada.

El día se convierte en una sucesión 
de hechos incoherentes, de funciones
que vas desempeñando por inercia y por hábito.

Y lo vives. Y dictas el oficio
a quienes corresponde. Y das la clase
lo mismo a los alumnos inscritos que al oyente.
Y en la noche redactas el texto que la imprenta
devorará mañana.
Y vigilas (oh, sólo por encima)
la marcha de la casa,
la perfecta coordinación de múltiples programas 
-porque el hijo mayor ya viste de etiqueta
para ir de chambelán a un baile de quince años
y el menor quiere ser futbolista y el de en medio
tiene un póster del Che junto a su tocadiscos-.

Y repasas las cuentas del gasto y reflexionas, 
junto a la cocinera, sobre el costo
de la vida y el ars magna combinatoria
del que surge el menú posible y cotidiano.

Y aún tienes voluntad para desmaquillarte
y ponerte la crema nutritiva y aún leer
algunas líneas antes de consumir la lámpara.

Y ya en la oscuridad, en el umbral del sueño,
echas de menos lo que se ha perdido:
el diamante de más precio, la carta
de marear, el libro 
con cien preguntas básicas (y sus correspondientes 
respuestas) para un diálogo elemental siquiera con la Esfinge.

Y tienes la penosa sensación
De que en el crucigrama se deslizó una errata
Que lo hace irresoluble.

Y deletreas el nombre del Caos. Y no puedes
dormir si no destapas
el frasco de pastillas y si no tragas una 
en la que se condensa,
químicamente pura, la ordenación del mundo.

De En la tierra de enmedio
Rosario Castellanos.

ELEGÍA

Nunca, como a tu lado, fui de piedra.

Y yo que me soñaba, nube, agua,
aire sobre la hoja,
fuego de mil cambiantes llamaradas,
sólo supe yacer,
pesar, que es lo que sabe hacer la piedra
alrededor del cuello del ahogado.

De En la tierra de enmedio
Rosario Castellanos

RETORNO












Has muerto tantas veces; nos hemos despedido
en cada muelle, 
en cada andén de los desgarramientos,
amor mío, y regresas
con otra faz de flor recién abierta
que no te reconozco hasta que palpo 
dentro de mí la antigua cicatriz
en la que deletreo arduamente tu nombre.

Rosario Castellanos
De Materia Memorable

LO COTIDIANO

Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día:
este cabello triste que se cae cuando te estás peinando ante el espejo.
Esos túneles largos, que se atraviesan con jadeo y asfixia;
las paredes sin ojos, el hueco que resuena de alguna voz oculta sin sentido.
Para el amor no hay tregua, amor. La noche no se vuelve, de pronto, respirable.
Y cuando un astro rompe sus cadenas y lo vez zigzaguear, loco, y perderse,
no por ello la ley suelta sus garfios.
El encuentro es a oscuras.
En el beso se mezcla el sabor de las lágrimas.
Y en el abrazo ciñes el recuerdo de aquella orfandad, de aquella muerte.

Rosario Castellanos

amanecer

¿Qué se hace a la hora de morir? ¿Se vuelve
la cara a la pared?
¿Se agarra por los hombros al que está cerca y oye?
¿Se echa uno a correr, como el que tiene 
las ropas incendiadas, para alcanzar el fin?

¿Cuál es el rito de esta ceremonia?
¿Quién vela la agonía? ¿Quién estira la sábana?
¿Quién aparta el espejo sin empañar?

Porque a esta hora ya no hay madre y deudos.

Ya no hay sollozo. Nada, más que un silencio atroz.

Todos son una faz atenta, incrédula 
de hombre de la otra orilla.

Porque lo que sucede no es verdad.

De Lívida Luz
Rosario Castellanos

NOCTURNO


Para vivir es demasiado el tiempo;
para saber no es nada.

¿A qué vinimos, noche, corazón de la noche?

No es posible sino soñar, morir, 
soñar que no morimos
y, a veces, un instante, despertar.

Rosario Castellanos
De Lívida Luz


EL OTRO


Lucrezia Sommaria by Ridolfo Ghirlandaio

¿Por qué decir nombres de dioses, astros,
espumas de un océano invisible,
polen de los jardines más remotos?
Si nos duele la vida, si cada día llega
desgarrando la entraña, si cada noche cae
convulsa, asesinada.
Si nos duele el dolor en alguien, en un hombre
al que no conocemos, pero está
presente a todas horas y es la víctima
y el enemigo, y el amor y todo
lo que nos falta para ser enteros.
Nunca digas que es tuya la tiniebla,
no te bebas de un sorbo la alegría.
Mira a tu alrededor: hay otro, siempre hay otro.
Lo que él respira es lo que a ti te asfixia,
lo que come es tu hambre.
Muere con la mitad más pura de tu muerte.

De Al pie de la letra
Rosario Castellanos

martes, 25 de agosto de 2015

                                                                                      
Vámonos,
derrotando afrentas.
ERNESTO "CHE" GUEVARA
CONSTERNADOS, RABIOSOS
 
Así estamos
consternados
rabiosos
aunque esta muerte sea
uno de los absurdos previsibles

da vergüenza mirar
los cuadros
los sillones
las alfombras
sacar una botella del refrigerador
teclear las tres letras mundiales de tu nombre
en la rígida máquina
que nunca
nuca estuvo
con la cinta tan pálida

vergüenza tener frío
y arrimarse a la estufa como siempre
tener hambre y comer
esa cosa tan simple
abrir el tocadiscos y escuchar en silencio
sobre todo si es un cuarteto de Mozart

da vergüenza el confort
y el asma da vergüenza
cuando tú comandante estás cayendo
ametrallado
fabuloso
nítido

eres nuestra conciencia acribillada

dicen que te quemaron
con qué fuego
van a quemar las buenas
las buenas nuevas
la irascible ternura
que trajiste y llevaste
con tu tos
con tu barro

dicen que incineraron
toda tu vocación
menos un dedo

basta para mostrarnos el camino
para acusar al monstruo y sus tizones
para apretar de nuevo los gatillos

así estamos
consternados
rabiosos
claro que con el tiempo la plomiza
consternación
se nos irá pasando
la rabia quedará
se hará mas limpia

estás muerto
estás vivo
estás cayendo
estás nube
estás lluvia
estás estrella

donde estés
si es que estás
si estás llegando

aprovecha por fin
a respirar tranquilo
a llenarte de cielo los pulmones

donde estés
si es que estás
si estás llegando
será una pena que no exista Dios

pero habrá otros
claro que habrá otros
dignos de recibirte
comandante.

Mario Benedetti




lunes, 24 de agosto de 2015

Fotografía en blanco y negro de Nicolás Guillén dando la mano a un hombre uniformado y con barba.
 
 
UN POEMA DE AMOR                    Nicolás Guillén
No sé. Lo ignoro.
Desconozco todo el tiempo que anduve
sin encontrarla nuevamente.
¿Tal vez un siglo? Acaso.
Acaso un poco menos: noventa y nueve años.
¿O un mes? Pudiera ser. En cualquier forma,
un tiempo enorme, enorme, enorme.

Al fin, como una rosa súbita,
repentina campánula temblando,
la noticia.
Saber de pronto
que iba a verla otra vez, que la tendría
cerca, tangible, real, como en los sueños.
¡Qué explosión contenida!
¡Qué trueno sordo
rodándome en las venas,
estallando allá arriba
bajo mi sangre, en una
nocturna tempestad!
¿Y el hallazgo, en seguida? ¿Y la manera
de saludarnos, de manera
que nadie comprendiera
que ésa es nuestra propia manera?
Un roce apenas, un contacto eléctrico,
un apretón conspirativo, una mirada,
un palpitar del corazón
gritando, aullando con silenciosa voz.

Después
(ya lo sabéis desde los quince años)
ese aletear de las palabras presas,
palabras de ojos bajos,
penitenciales,
entre testigos enemigos.
Todavía
un amor de «lo amo»,
de «usted», de «bien quisiera,
pero es imposible»... De «no podemos,
no, piénselo usted mejor»...
Es un amor así,
es un amor de abismo en primavera,
cortés, cordial, feliz, fatal.
La despedida, luego,
genérica,,
en el turbión de los amigos.
Verla partir y amarla como nunca;
seguirla con los ojos,
y ya sin ojos seguir viéndola lejos,
allá lejos, y aun seguirla
más lejos todavía,
hecha de noche,
de mordedura, beso, insomnio,
veneno, éxtasis, convulsión,
suspiro, sangre, muerte...
Hecha
de esa sustancia conocida
con que amasamos una estrella.
                        
                         Nicolás Guillén
1964
                                                        
 
                   

      MASA 
      Al fin de la batalla,
      y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
      y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»
      Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
      Se le acercaron dos y repitiéronle:
      «No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» 
      Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
      Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
      clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!» 
      Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
      Le rodearon millones de individuos,
      con un ruego común: «¡Quédate hermano!» 
      Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
      Entonces, todos los hombres de la tierra
      le rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado; 
      incorporóse lentamente,
      abrazó al primer hombre; echóse a andar.
     César Vallejo   
10 de noviembre de 1937